Unción de los enfermos

La Unción de los Enfermos como Sacramento

El Sacramento consiste esencialmente en una unción con aceite que puede ser bendecida por el obispo. La unción se realiza en la frente y en las manos del enfermo en el rito romano acompañada de la oración del sacerdote que pide la gracia especial de este sacramento.

Este sacramento confiere una gracia especial que une más íntimamente al enfermo a la Pasión de Cristo para su bien y el de toda la Iglesia. Da consuelo, paz, coraje e incluso el perdón de los pecados si el enfermo no es capaz de confesarse. A veces, si es la voluntad de Dios, este sacramento produce incluso la restauración de la salud física. En cualquier caso esta Unción prepara al enfermo para el camino a la Casa del Padre.


En el Sacramento de la Unción de los Enfermos, a través del ministerio del sacerdote, es Jesús quien toca a los enfermos para curarlos del pecado – y a veces incluso de las dolencias físicas. Sus curaciones fueron señales de la llegada del Reino de Dios. El mensaje central de su curación nos habla de su plan para conquistar el pecado y la muerte mediante su muerte y resurrección.


El Rito de la Unción nos dice que no hay necesidad de esperar hasta que una persona esté al borde de la muerte para recibir el Sacramento. Es suficiente un juicio cuidadoso sobre la gravedad de la enfermedad.



Cuando se administra el Sacramento de la Unción de los Enfermos, el efecto esperado es que, si es la voluntad de Dios, la persona sea curada físicamente de su enfermedad. Pero incluso si no hay curación física, el efecto principal del Sacramento es una curación espiritual por la cual el enfermo recibe el don del Espíritu Santo de paz y coraje para afrontar las dificultades que acompañan a las enfermedades graves o a la fragilidad de la vejez.

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